miércoles, 24 de diciembre de 2008

Uf, ¡menos mal!

Carricoches de miga de pan, doce pesos.


Hoy regresé a mi ciudad natal por excelencia, Bahía Blanca.

Me hice el viaje de arriba en el camión del gringo, me ahorré el pasaje.

El gringo, un tipazo, aunque escuche radio La Red todo el viaje.

En un momento me enteré, y sobre todo porque sucedió, que arrancaba Majúl Luis con su programa La Cornisa, y no sólo eso sino que lo hacía de mañana y de tarde. La promoción era una ganga: "un Majúl para cada hora del día". Sin anestecia.

En un momento entrevistan a un tal Rodolfo, que tiene un local bombonería ahí en una galería "en Acoyte y Rivadavia", que vende pandulces, budines, dulcedeleches, chocolates, avellanas, almendras, y su especialidad...turrón. Ahh sí, el turrón viejo y peludo. Duro blando más o menos almendras, pero El Turrón.

Rodo no discrimina y trabaja tanto turrón importado como industria nacional. Doce pesos uno y veinte el otro, no respectivamente.

Luis Majúl animal del periodismo y persona de una curiosidad intelectual impecable, le pregunta a Rodo entonces cuál es la diferencia entre el turrón argentino y el español. "El español es un clásico". "Ahí nació".

Silencia. Yo, y seguro que Majúl y todo su equipo también, estabamos al borde del colapso emocional, pero ahí, ahí vino la respuesta tranquilizadora y evangelizadora.
"Pero los argentinos... podemos quedarnos tranquilos que los argentinos en general tenemos un buen turrón".

jueves, 11 de diciembre de 2008

In der Kreplin


miércoles, 5 de noviembre de 2008

De mi amigo Eduardo Aliverti (aunque él todavía no lo sepa). Salió el otro dia en el página.

" (...) Con un Estado anémico o irresoluto, que no sea capaz de resolver las necesidades básicas de las mayorías, las sociedades culminan arrojadas, recurrentemente, al palabrerío o los brazos de sus opresores más temibles. Eso es lo que hay, sin ir más lejos, en la reinstalación mediática de la “inseguridad” a partir del increíble debate sobre la edad en que los menores deben ser imputables. Eso es lo que hay cuando el miedo acomete a los sectores medios, y se insiste en suplir la protección social con cárcel y a los tiros. Eso es lo que hay cuando quienes promovieron el vaciamiento del Estado le piden auxilio.
Y cuando hay eso, la democracia corre el riesgo de acabar por ser nada más que una palabra".

martes, 14 de octubre de 2008

Una, o dos de dos

En la ciudad de buenos aires comenzó a llover timidamente.

ó

Nuestros vecinos ya comenzaron nuevamente a nutrirnos consecuencia de sus aires acondicinonados.

martes, 9 de septiembre de 2008

¿En los túneles de la línea H?

¿Dónde estarán las más de 28.000 ramas que el compañero Mauricio Macri ya cortó para hacer Buenos Aires?

viernes, 22 de agosto de 2008

Él a ella

-¿Vos crees en los gualichos?
-No
-Pues deberías hacerlo
-¿Por?
-Se te están derritiendo las tetas

domingo, 17 de agosto de 2008

Bla

El día en que una sociedad decida cobrar por hablar, esa sociedad llegará a la justicia y a la paz. Tantos boludos que hablan al pedo dejarían de hacerlo porque ya no sería gratis.
La expresión vendría a ser pensada, justa, y necesaria, supongo.
Por ejemplo, yo no estaría diciendo esta pelotudez ni tantas otras.

martes, 12 de agosto de 2008

Corto.

Esto lo filmamos una tarde veranil allá como casi dos años o un año y pico con el ingeniero en suelos y dermatología, y actual estudiante de cine, Gerardo Damián.
Ya había olvidado de que existía y recientemente caí. Con vosotros:

martes, 5 de agosto de 2008

Julián Centeya - "Mi viejo"


Quisiera amasijarme en la infinita
ternura de mi barrio de purrete,
con un cielo cachuzo de bolita
y el milagro coleado del barrilete

Vino en el "Conte Rosso". Fue un espiro.
Tres hijos, la mujer, a más un perro.
Como un tungo tenaz la fue de tiro.
Todo sela aguantó: hasta el destierro.

Y aquí palmó...aquí está adormecido
Mi viejo, el pobre tano laburante.
Se la tomó una cheno de descuido
y me dejó un recuerdo lacerante.

Qué mundo habrá encontrado en su apoliyo
si es que hay un mundo pa los que se piantan.
Sin duda el cuore suyo se hizo grillo
y su mano cordial es una planta.

jueves, 24 de julio de 2008

Por una sociedad más culta y justa.

Algo que todos deberían y deberíamos saber.

1. El ingenioso hidalgo don Quijote de la _ _ _ _ _ _

a. Martha
b. Pájara
c. Burger
d. Mozart
e. Manija
f. Música
g. (Otro)

lunes, 21 de julio de 2008

Una oración de Las Islas, gran novela de Gamerro

"La experiencia compartida crea a veces lazos muy profundos entre las personas más disímiles".

No sé cuánto tiene de cierto. Pero al menos está para pensarla.

miércoles, 2 de julio de 2008

Un cuentito. "Cigarrillos"

-Ya vengo. Voy a comprar cigarrillos y ya estoy acá.
-Pero mirá que son como treinta cuadras. ¿Por qué no vas mañana?
-Tengo que fumar ahora.
Así salió de su casa a comprar cigarrillos. Caminando, llegaría en media hora. Por otra parte, su mujer se puso a cocinar una torta para tomar con café cuando él regresara.
Caminó un tramo largo y, en la plaza, se cruzó con Tito, que también había salido a comprar cigarrillos. “Hoy tenía las ganas especiales de fumar, viste”, le dijo Tito mientras le daba su tercera pitada al cigarrillo. Tito se encontraba más pequeño que de costumbre. Se encontraba reducido de alguna manera en su tamaño. “Si”, le respondió. “Yo también tengo que comprar y volver a casa, así que nos vemos después Tito, nos vemos después”.
Fue muy grande la sorpresa también al ver a Martínez, al viejo Martínez, en la esquina del quiosco, donde siempre fumaba. Indudablemente era el viejo Martínez. Pero se veía chiquito, su tamaño era el de un bebé aunque no sus rasgos; tenía la ropa del viejo Martínez, y los pelos del viejo Martínez, y la barba del viejo Martínez. Y el viejo le dijo “Querido. Tanto tiempo no venías por el barrio. Qué pasa, ¿te cortaron los víveres?”, para luego reírse de una manera tosca como sólo podía hacerlo el viejo Martínez. Él, como siempre, respondía con una sonrisa, le estrechaba la mano, y seguía, pero ésta vez estaba dispuesto a preguntarle qué era lo que estaba pasando, por qué su tamaño. Pero no se animó: el viejo Martínez siempre tuvo un aura de poder, de rechazo, como los imanes cuando se repelen, y contra eso no se puede.
Una vez que compró sus cigarrillos, volvió a su casa. En el camino prendió uno. A mitad del tramo, se encontró con el hijo de Tito, que tendría unos seis años, y se encontró con la sorpresa de que el hijo le sacaba una cabeza de tamaño. Desesperado, apuiró el paso a su casa, fumando cada vez más rápido y consumiéndose. Cuando llegó, se había vuelto un puntito. Él, Pablo, seguía siendo Pablo, pero ahora tenía el tamaño de una hormiga. Lógicamente, pasó por debajo de la puerta.
Escuchó a su mujer hablando por teléfono, seguro con Zulma, su mejor amiga, y le explicaba que estaba sola y que le parecía raro que el pelotudo de Pablo no llegara.
Pablo intentó comunicarse con ella, pero su voz era finita. Ella lo escuchaba de todos modos, lejanamente; ya había cortado con su conversación y ahora terminaba de amasar para introducir la torta al horno. Pablo subió a la mesada para intentar que ella lo reconozca y, sin darse cuenta, estaba húmeda, y patinó por la bacha. Su mujer abrió la canilla para enjuagar algunos instrumentos de cocina, y eso lo introdujo directamente por la cañería, donde cayó y quedó en el sifón. El sifón estaba oscuro y lleno de restos de comida. También había bichos, pequeñas mosquitas, que lo miraron raro y comenzaron a repelerlo. El gritaba desesperadamente a su mujer que lo salve; ella lo escuchaba y comenzaba a enloquecer. Golpeaba su cabeza con sus manos, pensaba que era su propia cabeza que la estaba torturando. Puso el pastel al horno y prendió la televisión fuerte.
pablo, por su lado, ya había dejado de gritar, y había logrado trepar por el caño y, en una parte de éste, había encontrado un poquito de levadura. Inmediatamente la comió: era apenas un gramo de levadura que le llevó más de cinco minutos. El caño estaba próximo al horno, por lo cuál estaba tibio y pablo comenzó a levar. De repente, como en una explosión, haciendo plop, reventaron las cañerías y apareció pablo, ya en su tamaño, arrojado, y arrasando con parte de la mesada.
Su mujer, por el ruido, se acercó. Al verlo, y al ver parte de la mesada destrozda. quedó quieta. ¿Qué hacés así pelotudo, qué pasó, cómo entraste?“Ya te voy a explicar. Hacé café y te explico”. “No, no, contame qué hacés ahí y por donde entraste, me estás volviendo loca”. “Es largo. Y dale que se quema la torta, hacé el café y te explico”, le dijo mientras se sacudía restos de comida y condimentos que le habían caído encima. Luego se dio vuelta, y vió un hilito de humo por debajo de la puerta. Vió un puntito. Lo agarró y era Tito, consumido, pequeño, y fumando. Lo puso en un frasco, le tiró un poquito de levadura, y lo puso en la vereda, al sol.

viernes, 6 de junio de 2008

Mi gesto para el campo


miércoles, 14 de mayo de 2008

Un mi relato: "No plagiarás a Dostoievski"

En un lugar de mi casa sonó el teléfono, por la mañana, mientras yo ponía a calentar agua; un agua que ocupaba la pava desde el día anterior.
“Felicitaciones”, me dijo cuando atendí, e inmediatamente cortó.
Volví a la cocina que estaba sucia de la noche anterior; había vasos y tazas con cerveza fermentada, a los cuales me costó sacarles el olor. Había mucho olor a podrido.
Volvió a sonar el teléfono mientras limpiaba un poco y esperaba que se enfríe apenas mi café. “Felicitaciones por haberte levantado a la hora que corresponde. Pero no abuses: largá eso y ponete a trabajar”. Y cortó.
Terminado mi desayuno, decidí comenzar mi trabajo. Tenía que escribir un texto y entregarlo en un par de horas. Como no tenía nada en mente, empecé a improvisar. Nada me gustaba y, si me gustaba, era plagio. Tenía que escribir la historia de un tipo común, de la calle, al que le pasaba algo. Esa era la consigna: me la habían pedido en colaboración para una revista. Primero dije que no, que no me interesaba, pero inmediatamente dije que sí. Pensé que, viviendo en una ciudad chica como yo lo hacía, si no aprovechaba estas oportunidades, nunca me iba a dar a conocer.
Pensando en qué hacer con la laguna en la que me encontraba, volvió a sonar el teléfono. “Por qué no hacés una de un tipo que fuma mucho, y tiene que correr hasta el colectivo, y lo pierde”. “No”, le dije, “eso ya lo filmaron una vez, me parece”. Pero la voz ya no me escuchaba. Había cortado.
Como no se me ocurría nada, salí y caminé unas cuadras a ver si veía algo que poder escribir. Vi un tipo pasear cinco perros, y pensé que los perros podían atacarlo y llevarlo a pasear a él y obligarlo a que haga sus necesidades en una plaza, pero no, no respetaba la consigna. Vi una mujer con una cartera que casi se le caía por la acequia al bajar de un taxi, pero no me convencía. Vi también un tipo que iba rapidísimo en su bicicleta, pero no me sugirió nada.
Volví entonces a mi departamento y, cuando puse la llave sobre la cerradura, reconocí el sonido del teléfono. Apuré el trámite, corrí hasta el aparato, y atendí. “Y qué te parece una de un tipo que es medio marginal pero común, y que planea venganzas desde su casa, y que tiene malas relaciones laborales, y que también tiene problemas con las relaciones humanas”. No me pareció mal, y me senté y traté de escribir algo.
Escrito de un saque y casi finalizado el relato, que me parecía muy bueno, el teléfono volvió a sonar. “Acordate que vive en un subsuelo de mierda y que no puede pagar el alquiler”. Me sentí yo en un subsuelo. En un subsuelo ruso, e inmediatamente descarté mi trabajo, que en el fondo me gustaba pero sentí que ya no era mío, y tuve que tirarlo.
Inmediatamente volvió a sonar el teléfono. Pensé en hablar antes de que me sugiera algo. Pero levanté el tubo y escuché un ruido raro, metálico, como de cuchillas, como un tren cuando raspa contra la vía. Traté de afinar mi oído y mi teléfono explotó. Explotó en montón de pedacitos. Pero parte del parlante, que había quedado en el piso, me dijo “¿Te gustó el impulso? ¿Eh? Gustos que uno se dá. Pero mirá que me quedan otras tantas historias. Por qué no hacés la historia de un boludo. Un boludo que va al baño, limpia un poquito, toma café, atiende el teléfono. ¿Eh boludo?
En éste último, agarré el parlante y lo tiré desde el sexto piso, donde vivo. No lo arrojé al aire simplemente, le agregé fuerza hacia el piso para que se estrellé más aún.
Desde mi celular, ya que el teléfono de línea lo había perdido, llamé a un amigo y le comenté que un boludo iba a salir en una revista.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Nueva editorial

Es un orgullo para quien les habla, poder anunciar el punto de partida de un proyecto gestado hace varios años, el sueño de una editorial propia. Y por fin, después de tantos vericuetos, lo hemos logrado.
Están invitados con una copita y un copetín, (que lo deben traer), a visitar:

Desde ya muchas gracias.

viernes, 2 de mayo de 2008

Empujar Autos

Descubrí que me gusta empujar autos cuando no arrancan. Es una sensación buenísima, sobre todo cuando uno hace el último esfuerzo y hay una esperanzita de que arranque, justo cuando el conductor (después de colaborar en el empuje, claro) se mete adentro lo más rápido que puede y le da arranque y el auto corcobea y arranca. Me encanta.
Siempre y cuando no sea mi auto, claro. Sobre todo porque no lo tengo.


Si alguien ve a Mr músculo, dígale que se pase por casa: la mugre se está negando a salir por sus propios medios y ésto me pone muy mal y no sé qué hacer.

miércoles, 16 de abril de 2008

De Ítalo Calvino. Como prefacio a "Las Islas", la obra de Carlos Gamerro

«El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio.»

(Éste texto que yo extraigo de "Las Islas" de Gamerro, Gamerro lo extrae de "las ciudades invisibles", de Calvino)

domingo, 6 de abril de 2008

Pandora. Sólo 220.

Ay, ¡Pandora!


Que donde estás sacás aire...


¡quién te ha dado esa capacidad de decidir el destino de los vientos!


¡Vuela! ¡Corre! ¡Pasea ahora por la capital!


Tú, que decides el destino climático

(Sólo para interiores)



Y ahora, el tiempo amenaza


para que vuelvas a tus rodeos.


Como todas las noches


Como todas las noches.



Texto dedicado a Pandora, mi ventiladorcito turbo que me ayuda a dormir cuando el calor cubre la pieza. Y fijense qué buen acto. Gira toda la noche. Toda la noche. Ahora me la traje a vivir a capital. ¡Gracias, Pandora!

lunes, 31 de marzo de 2008

Mi disgusto con Crave, Cristian Drut y sus actores Carolian Adamovsky, Javier Acuña, "Gaby" Ferrero, Javier Lorenzo

El dìa sàbado 29 de Marzo serìa la supuesta ùltima funciòn de Crave de Sarah Kane versiòn Cristian Drut.
Semana y media antes, enteràndome de èsto y sin poder haberla visto antes, (y siempre con ganas de hacerlo), me comuniquè con el espacio NoAvestruz, donde se presentarìan, para reservar entradas.
El dìa sàbado 29, el dìa de la funciòn, estaba bastante contento de tener la suerte de poder ver la obra. Me preguntaba còmo serìa pero no me lo querìa responder porque nunca hago eso, me gusta ir y ver.
Cada vez que estoy por ver una obra, un rato antes, me surge una emociòn rara y felichona. Un nerviosismo y ansiedad y ganas, completamente sano supongo.
Y me parece, ademàs, que hay un acto de comuniòn, entre los actores y el pùblico, un gesto hermoso de amor y cariño es el hecho de que gente (pùblico) se acerque a ver a gente que hace cosas supuestamente con pasiòn(actores, en èste caso). ¿Què acto tan humano?

Lleguè al espacio Noavestruz un lindo tiempo antes, aunque no màs de lo que me habìa dicho el telefonista del espacio. Lleguè con un amigo, que no es de ir al teatro pero se prende en lo que sea. Muy contentos de encontrar el espacio porque medio que nos costò llegar, aparece un cartelito en la puerta, hecho en computadora. "Se suspende Crave por elenco".

¿Còmo? ¿Por què? ¿què pasò? Preguntale al buda argentino.
Entramos a la sala y nos atiende equis: sì, se suspendiò, pero avisamos. ¿Dònde?. En internet. ¿y por què se suspendiò?. No sè, ellos nos avisaron. ¿y te parece que esa es una forma de avisar? Yo entrè a alternativa y no habìa ningùn dato. Y, eso sho sha no se, nosotros avisamos en nuestra pàgina, pero raro porque uno de los del elenco es el dueño de alternativa,tomà, si querès shevate la programanciòn de abril, no sè què decirte. No, no la quiero, tomà, no es uan forma de avisar me parece.
Y nos la tomamos junto con mi amigo que mucho no entendìa y èl sì aceptò su tarjeta de programaciòn.
Y me fui con un tremenda bronca. Me recontra rompiò las pelotas soberanamente. Uno le dedica DOS SEMANAS a un grupo de actoers de teatro, (que pueden serlo gracias a gente que averigua y se predispone y les dedica parte de su tiempo para verlos, en definitiva, pùblico). Dos semanas porque desde que uno compra la entrada ya se compromete tàcitamente con ellos. Y me sentì tremendamente defraudado y disgustado, porque a uno le pegan un boleo en el orto, toda la expectativa de ver una obra se fue al carajo, y eso me da bronca, màs que lo haga un actor. Que se deberìa deber a su pùblico. Y ni un carajo de nadie ni el director ni sus actores, ni siqueira UNO estaba ahì con toda la gente que iba y se llevaba el chasco como nosotros, al menos para hacer presencia y hacerse cargo por quièn no lo hizo.
No es una respuesta, "se suspende por elenco". No la es nunca. Puede haber excepciones. SUpongo que sì, aunque creo que a la cancha siempre se sale. Obvio que no vas a salir de un hospital si estàs internado. Pero hay actores , que actùan el dìa que se les muere un viejo. No defiendo esta actitud. Pero digo hasta dónde llega el compromiso de algunos. Y no digo que no sean talentosos estos muchachos, eh, que quede claro. Provocaron un enorme disgusto, eso es lo que hicieron.

lunes, 24 de marzo de 2008

miércoles, 19 de marzo de 2008

.-

Quién fuera sábana de abajo....

lunes, 3 de marzo de 2008

Remiscencias fotocopiéiles

(Fotocopiales tal vez sea correcto, pero no quiero que termine en piales. No es sonoramente lindo)

"Camino por el campo. A lo lejos veo un molino. Me alegro, porque tengo sed. Apuro el paso en esa dirección. Pero no, no es un molino. Me río de mí mismo y pienso en Don Quijote, que confundía molinos de viento con gigantes. ¿Cómo pude equivocarme tanto? Se trata de un galpón. Sí, un galpón, seguramente lleno de trigo o sorgo. Estoy cansado, pero sigo caminando. Vuelvo a detenerme y ahora me enojo conmigo mismo porque compruebo que no es un galpón, sino un tractor. Finalmente llego al lugar y el dueño del tractor me da de beber. Le agradezco. Ahora he recuperado mis fuerzas y continúo mi rumbo, pero ya no soy el de antes. A lo lejos veo . . . ya no me atrevo a decir qué veo. He caído en la duda. Nunca lo sabré – me digo – qué veo. Los sentidos siempre pueden engañarme. He tenido varias visiones falsas y tengo miedo de volver a arriesgarme e ilusionarme. Luego me corrijo. Me corrige una voz que habla en mi interior: “No, tus visiones no fueron falsas. Has visto bien; tus ojos no han fallado, lo que falló fue la interpretación que hiciste de aquella visión confusa, tu elaboración de la imagen” " Jaime Barylko


Éste texto lo encontré el otro día. Fue un texto para iniciarnos en filosofía en la secundaria, un texto que una vez nos dió una profesora que se reía todo el tiempo. Absolutamente todo el tiempo. Algo muy extraño había en esa profesora. Claro, que se reía todo el tiempo.
La frase subrayada en negrita, recuerdo que fue, de manera chistosa, adoptada rápidamente por muchos de nosotros, los cuáles seguimos utilizándola. Podría decir que en mí la frase está mal porque vivo en una duda, no puedo caer en ella porque ya estoy y estaré. Pero...
Reacomodando papeles colgadísimos lo leí y ahora veo que está lindo el texto. Bah, no sé si está lindo. Porque me acerco y veo que está mucho más que lindo: hermoso. Me acerco con mi microscopio transelectrónico y me corrijo: el texto está feo: está lleno de partículas niutonianas cargadas con carbono14. Oh. He caído nuevamente en la duda. ¿USar o no usar el telescopeo?

De postre, voy a recitar, ya que estamos recordando, un texto que leímos una vez con mis amiguillos de primairia, que por el recuerdo de aula que tengo debe ser...sexto grado. Debe ser uno de los pocos recuerdos que tengo de primaria. Me acuerdo que era un librito de la biblioteca que era muy pequeña. ¡Debería tener unos cuarenta libros nada más! Me acuerdo que nos pegó mal, ¡tal es así que hoy día me lo sigo acordando!Considerar nuestra pequeñez. Aquí va:
SERÁ MUJER
SERÁ VARÓN
SI QUERÉS SABERLO
ENTRÁ AL CAMIÓN

lunes, 25 de febrero de 2008

Reminscencias bahiablanquenses

Apartándonos de la ficción pero no por mucho tiempo, vamos a hablar de mis últimas incursiones bahiablanquenses.
Lindo día, nubladito, siete de la tarde, decidí ir a la ferretería a comprar una tachuelas para ponerle a una mesa que me voy a llevar, sobre una cinta que va por debajo, para que no se despegue. Mucho calor pero estaba lindo para caminar lento. Cuando estoy a tres cuadras de la ferretería, empieza a llover poquito. Un poquito más. Y para cuando entré a la ferretería, ya estaba hecho un trapo de piso. La lluvia se había soltado enfermizamente, la gente corría como si viniera el apocalipsis.
"Tachuelas". "Sí, éstas están bien". "¿Ah, la cajita completa?". "¿4 pesos la caja?" "Sí, sí, una caja".
Luego de pagar, me paré en la puerta y el torrente continuaba, desaforado pero sin tormenta eléctrica. (La puerta de dos hojas estaba abierta, con una vieja que nada tenía de ferretería sino todo de resguardo). Me paré decidido a esperar que pare un poco. Como mucho esperé cinco segundos, cuando vino el ma' sí. Ma'sí, le metemo igual.
Y salí. Obviamente las calles bahienses no aguantaron y se inundaron mucho, lo suficiente como para tener que ser campeón de salto en largo como para saltar los charcos. Todo en 5 minutos. Así que me mojé bastante, y hacía ruidito cuando caminaba. CHac.
En una o dos cuadras más, me escurría la remera cuál trapo de piso en balde. Se me vino a la cabeza "lavarropas". La gente corría sin razón, ya que si ya estás empapado llega un punto que no te empapás más, así que no había por qué apurarse.
Caminé un toque más, y se apagó la lluvia.
A una cuadra de mi casa, un viejo me entrega un folleto. "¿Conocés "Una luz en el Camino"?" "Ehh, sí"
(Una luz en el camino es un programa bahiense que lo dan en la radio bahiense lu2 desde que al menos tengo uso del oído y es de un cura que da consejos a las madres. Era mi programa a la hora de almorzar. SIempre empieza "hola amigo, qué tal amiga", que fue robado si es que no lo borré más atriqui en otro post. Me preguntaba cuando lo escuchaba qué inútil lo escucharía sin darme cuenta que ese inútil era yo).
Me dice: "bueno, ahora estamos a las siete de la mañana. El mundo esta por terminar, ya falta muy poco y nos vamos todos, por eso debemos obrar bien porque todo se divide en dos, maldad y bondad, algunos se salvan." "¿Quiénes?" "Los que obren bien. Todas las profecías bíblicas se cumplieron" " ¿Cuáles se cumplieron? "Y, casi todas. Jesús vino y con un dedo escribió el destino" ME acordé de Rolón, que a Dolina en éste caso le hubiera preguntado: "¿Con qué dedo?" "Éste". ME dí cuenta que el viejo decía cualquiera y que además ni siquiera me interesaba saber en ese momento qué dicen o cómo se contradicen los que creen. Estaba mojado, volvía el calor y me quería ir. Y el viejo se dió cuenta que no tenía mucho más para decir y que yo no le hablaba y me dijo: "Bueno, me voy. Espero que nos escuches. Me gusta que sabés mucho. Yo soy Florindo, ¿cómo es tu nombre?" "Rodrigo".

Aún no sé qué es lo mucho que yo sé, si casi ni le hablé, pero el viejo me lo dijo convencido.
Vuelvo a mi casa, pongo las tachuelas, y mañana salgo para Capital. Por momentos hubiera preferido ser un religioso normalito para descansar aunque sea algún rato, pero no. Y no sé por qué más o menos hace medio año como que hasta le tomé bronca a la religión, no sé qué onda me pasa. Se puede hasta notar ésto en éste blog.

ME quedo con la frase de Luis Sagasti. "Yo creo en Led Zeppelin".

domingo, 17 de febrero de 2008

Qué conchaza tenía la vieja. Alberto Laiseca

Vamos a airear éste blog, publicando algo de Laiseca. Un tango pornográfico, que está dentro de las páginas de Los Sorias, un libraco. Para mí remite a un tango pero no sé cuál, o en todo caso Laiseca lo compuso medio musicalmente al escribirlo, recomiendo leerlo y buscarle un ritmo tanguero, que lo recontra tiene. Aquí el tanguito:

Qué conchaza tenía la vieja, de Alberto Laiseca

Qué conchaza tenía la vieja
Todas las noches en ella guardaba el piano,
Luego de haberlo plumereado
y envuelto en celofán.

Viejo puto,
Todas las hechicerías quedaron sin venganza.
Viejo puto,
Las viejitas yeguazas con sus yeguarizadas.
Viejo puto,
Como pululan los Sorias en su progresión.

La sumatoria infinita de la concha tendiendo a cero
La verga desmesurada como integral indefinida y las constantes variables

¿Dónde está?
¿Dónde está?
¿Dónde está la teta calculada con el auxilio de pi?
Tres catorce quince diez y nueve veintiseis cinco treinta y cinco
¡Tclang! Como los guitarristas, de Gardel.

Propone inmediatamente una versión para los turistas de Soria:

"Qué concavidad imposible tenía la débil anciana, todas las noches
en ella guardaba el instrumento musical que se pega con los dedos"

viernes, 15 de febrero de 2008

Batido

Te acordás

esos días

en casa.

Yo tocaba el piano

la canción de Titánic, el primer cachito

a vos te gustaba.

y no sé en qué pensabas

mientras brindabamos con nuestras copas

(terma + minerva + hielo + batido)

hasta altas horas de la noche

hasta que te cansabas

y yo te llamaba un taxi

y te acompañaba hasta la puerta.

domingo, 3 de febrero de 2008

Mi encuentro con el papa, parte dos: "Cuando el papa baila la gente se desnuda"


El armado de la fiesta, el escenario, las banquetas, los controladores de agua, los cocineros; cinco días se tardó para conseguir todo. Y un día más de armado. Guirnaldas por la basílica, luces de colores, pruebas de sonido, pista de baile para el papa. Y los canastos para ropa. Diez minutos después de terminar de armar todo, el papa pudo pegarse una ducha, porque estaba bastante cansado, tenían un problema con el tema de la electricidad y había chivado bastante. Finalmente empezaron a llegar los colectivos que venían directo del aeropuerto de Madrid, con los invitados. De recepción se podía tomar una copita de vino o gaseosa. Y comer algún queso. La música estaba en el punto justo, ya que se podía charlar y disfrutar tranquilamente. Una vez que entraron todos, los 400.000, pocos más pocos menos, la música se paró. Una luz recorrió todo el público, para luego apagarse y dejar todo a oscuras. Y aquí una de las sorpresas. Se escuchó en un volumen fuerte la mejor música con la que arrancar una fiesta. Roger Glover, empezó con los primeros graves de “Smoke on the water”. La gente que era un poco estúpida mucho no lo escuchó porque seguía la música cantando. Estaba eufórica. Yo me pregunté si realmente eran pelotudos, porque en todo caso cantá la parte cantada en un recital, pero no los instrumentos. No te vengo a escuchar a vos, ¿te das cuenta?. Pero bueno, después siguieron con grandes temas como Child in time, Strange kind of woman, Lazy, Black Night, y alguno más que me olvido. Cuando se retiró la banda se prendieron algunas luces y repartieron choripanes. Estaban justos. Fue una buena idea de Pío. Luego de dos horas de fiesta intensa, buena música, buena comida, buena bebida, se vino la segunda sorpresa. Los canastos de ropa se ubicaron en los carriles destinados. Eran gigantes. Otra vez las luces se apagaron. Los canastos eran por los que llevaban buena pilcha, o no la querían perder. Luz con seguidor, proyección en paneles. Era el papa, en SU pista, de espaldas, con los brazos en alto, formando como una letra v gigante. Pero lo mejor vino con la música. Dancing Queen, de Abba, a todo volumen. Una media vuelta del papa y comenzó a bailar. Se movía muy bien. Es de coreografía, pero se movía bien. Se proyectaba el video, editado en el momento, a diez cámaras.

/iu can dans/

/iu can yaiv/

/javing de taim of ior laif/

/sí dat guerl/

/uoch dat sin/

/dig in de dancing cuin/

/uuuuuúhhhuuuúuuúu/

Con semejante música, el gran fenómeno. En la parte del /uuuuuúhhhuuuúuuúu/, ahí, la gente, y sobre todo con el comienzo de las chicas, comenzaron a desnudarse. Todo el público en general luego. Es que cuando el papa baila la gente se desnuda. Un hitazo. Algunos y algunas guardaban su ropa en los canastos que eran como trenes y luego la fueron a buscar. Otros se quedaron desnudos directamente. Algunas chicas le tiraban al papa sus ropas, y otros la usaban para revolearla al compás de la música. Pasaron dos veces Dancing Queen, porque era la única que el papa sabía bailar, aunque las dos se disfrutaron mucho. Luego de tanta euforia la cosa se disipó un poco y algunos empezaron a trasladarse para el Tiber, ya no había luces disco, sino amarillas y potentes. Y llegó la tercer sorpresa. Una sorpresa cada una hora y quince minutos. La catapulta “de la que te hablé”. El papa dio inicio con su micrófono. En ese momento estaba la gran mayoría en el Tiber, jugando con pelotas y bañandose. Había iluminación, claro. Y el agua estaba bárbara. Tal como quería Pío. Pero las luces del agua se apagaron otra vez. Todas las luces se apagaron, lo cual hizo que se pegaran un buen susto, por eso se quedaron quietos. Es como si se te corta la luz en un natatorio. El miedo a que aparezca un tiburón lo tenés. Y el agua está negra, porque solo toma color con la luz.

De pronto, una luz apunta a la catapulta. La mayoría lo veía en los proyectores en paneles. Luego una grúa con pinzas, (esto estaba armado desde antes), levantó la cúpula de la basílica para depositarla en la ya nombrada tantas veces, catapulta. El papa contó hasta seis. Contó hasta seis, el tiempo exacto en que iba a volar. Y voló al carajo, junto con La Creación, y demás aledaños. Muchísimos aplausos y gritos, hasta que se hizo un puntito y quedó orbitando. Fuegos artificiales, de todos los colores. Y globos con Helio, todos amarillos.

miércoles, 30 de enero de 2008

Mi encuentro con el papa. (Parte Uno de Dos)

-Primero, mucho alcohol. Cerveza y Tinto que sean libres para toda la comunidad. Segundo: una buena pista de baile, para mí solo. Bien elevada, quiero que me vean todos. Y con cámaras y proyectores en paneles blancos. Tercero: . Emm. tercero, terceeero … bebida, pista … y ¿qué mas era?
-¿Alguna
-Fuegos artificiales. Ahí está, concha, que no me salía. Y de todos los colores. Y globos con Helio. También, de todos los colores. No, mejor que sean todos de un color. Que sean todos amarillos. Muchos. Todos los que consigan.
-Ahá, bieeeeennn- dije mientras terminaba de anotar, alargando sus letras para que el otro me de tiempo- ¿Algo más?
-Carne. Mucha carne. Y chorizos. Que traigan todo del país este…el de la carne…
-¿África?
-No, ¿África, carne? No, otro. El de Maradona. ¿Cómo es?
-Ahh. Argentina., si. Nunca volvieron a ganar el mundial. Y eso que siempre son candidatos.
-Sí, ese. Es que son unos pichis. Pero tienen la mejor carne. En todo sentido. Por eso. Que traigan también a las minas. Y que se traigan también a los cocineros. No sabés qué buenos son. Yo cuando fui me acuerdo que en una marcha de no se qué vendían estos tipos en unas cajas conservadoras los…
-Emm, ¿necesita algo más? Porque no quiero perder mucho más tiempo
-Pará, pará que te cuento. Porque justifica la decisión. Los tipos vendían chorizos en cajas conservadoras . Pero los hacían ahí en el piso con troncos, asi nomás. Pero quedaban buenísimos eh. Por eso te digo que los traigan, entendés. Así que averiguá quiénes son y que los traigan a todos.
-Bien, ya lo anoto.

Así seguimos. Cuarenta minutos más. Es que los preparativos de la gran fiesta no podían ser menos. El papa me hizo anotar el resto: un buen DJ, cotillón, “la catapulta de la que te hablé”, pasajes en avión para todos los asistentes. Ningún detalle puede perderse en una fiesta de tal magnitud.
Y sí. Se mueve plata. Y mucha. Solo los años, hacen que los objetos adquieran valor simbólico (eso me lo dijieron). Además toda la guita de donaciones de los católicos fervientes. Mucha más guiíta que una fábrica de jabones.

El problema, me dijo Pío más tarde, “es que hay católicos que se niegan a creer que esto ya terminó. Que de ahora en más Dios funcó. Que en realidad todo fue acomodar un poco las cosas y hacer de la religión un mercado. El mundo consumista, nació con nosotros -dijo, emocionándose- ¿Te das cuenta? Hubo un buen ojo comercial -mientras los ojos se le entrecerraban de emoción- ¿Cómo te crees que Dios estuvo siempre? OOhh Dios es atemporal. ¡Minga es atemporal! Es cuestión de pensar un poco macho. NOoo, lo que pasa es que Dios pertenece a un plano mental, no es físico, por eso no envejece ni nace, siempre estuvo. ¡un plano mental! ¡pero qué hijos de puta! -dijo, riéndose se la manera más tosca y brutal- Nosotros somos entre la gente de los más nihilistas. Vos pensá: sos papa. Sos la máxima palabra para un montón de gente. Tenés renta de la mayoría de los Estados. Tenés incidencia política. Sostenés un engaño de hace más de dos mil años. ¡Y bueno viejo! A todos nos conviene. Hagamos una fiesta, vendamos todas nuestras propiedades por todo el mundo. Llenémonos de guita. Obvio que yo soy uno más. Pero beneficia a todos eh. . Porque como te dije, no soy yo. La cuestión es que nunca hay que contar. Si contás, te vas como por un pozo ciego. Terminás allá abajo, con los pelotudos buscándote al pedo, aunque ya estás muerto. Entonces ese es el principio número uno. Y el dos, el tres y el cuatro también. No contar. La iglesia tuvo poder porque nunca abrió sus puertas y así se lo fue ganando. Siempre disfrutando, pero sobre todo la-bu-ran-do. Muchos tambien de acá son políticos o dictadores frustrados, y acá hacen lo que quieren. Van entrando de a poco, por contactos, hablando. Unos 15 por año entraban. Así de fácil y así de dificil. Y bueno. Vivo la vida. 400.000 personas, minas de todo tipo, pista de baile, DJ. ¿Qué más quiero? Además soy jóven y ya no tengo que trabajar. Puedo hacer lo que quiero. Puedo viajar, dedicarme a la fotografíííía. Además pensabamos … si no lo hacíamos nosotros lo iba a hacer algún otro hijo de puta más adelante. Y nosotros viviendo como pelotudos. Además ahora tienen trabajo los historiadores. ¿Te das cuenta que siempre vamos a mover guita? Ése es el ojo. Vos fijate: los griegos, los egipcios, los indios: todos tenían su dios. Y ahí se nos abrieron las puertas. Esos tipos antes no entendían mucho, porque dios era gratis. Todo lo que había que hacer era registrarlo. Teníamos que registrarlo. Y ahí nace el mercado. Chochos tendrían que estar Wal Mart, Sony, Clarín. Igual nosotros no somos los primeros en desmoronar esto eh. Todo este oro-me dijo, señañalando partes del techo y determinadas molduras-, "OOhh el vaticano está lleno de oro mientras la gente muere de hambre", es mentira. Es imitación. Lo cambiaron hace un tiempo. Pasa que como no se toca, pasa. Igual esto se vende carísimo, es una joyita. ¿Viste que te hablé del valor simbólico? Bueno, ahí lo tenés. Vale porque es hierro pintado, pero del vaticano. No de tu casa. Es historia. Cuando un objeto se carga de historia, vale. LO QUE PASA -me dijo cuando vió mi cara de “no entiendo ni te creo mucho lo que me contás”, y movió la suya como la de los perritos de los autos (que solo mueven la cabeza con el movimiento del vehículo), intentando decir “yo te voy a explicar, nene, yo te voy a explicar y más vale que me entiendas”- es que los historiadores son unos boludos. Se roban entre ellos. Entonces nunca van a saber nada. Pero de algo tienen que vivir. Pero bueno. Ahora tengo la cabeza en la fiesta. Seguro que no va a venir ningún católico. Pero no importa. O por ahí vienen esos católicos de ahora que lo son porque sus padres le hacen tomar la comunión pero les chupa un huevo todo. Pero bueno, los que no quieren venir que no vengan. Lo que pasa es que les dimos el chupete y ahora no lo quieren largar. Pero no importa. Gente va a venir seguro. Te vas a sorprender”, me dijo, como si fuera una inquietud mía el tema de la gente que iba a asistir, y terminando con un gesto aprobador y yéndose rápido.
Ordenó además que fabriquen reguladores de temperatura para el Tiber. Después del baile y la música, la fiesta seguiría en el agua. “15° va a estar bien. Por ahí un poquito más, poquito menos, miralo vos, que esté tibia, pero estable. Y fijate que hagan algo que no transmita corriente. Sino ahí sí se arma”.

miércoles, 16 de enero de 2008

El ya "mito" de Carlos Tejedor

Es invierno, y tengo frío en el Bolsón. Ya no salgo hace mucho tiempo. Desde mi ventana se ve el lago Puelo. Vivo de la pesca, tiro la carnada desde la ventana y espero; paso la tanza por un agujerito para poder cerrar la ventana, y espero. (A que pique). Así me alimento. La trucha que pesco la cocino con sal: no tengo gas. Siempre dejo un pedacito para volver a tener carnada. Ya casi no salgo de casa.
No por viejo.
No por haragán.
No por capricho.
Por miedo.

Sí, tengo miedo a salir.



Me presento: hola, mi nombre es Carlos Tejedor. Tengo dos hermanos, uno se llama Carlos Tejedor, como yo, y el otro se llama Carlos Tejedor: como mi hermano y como yo. Mi padre, hace muchos años, ha derivado sus grandes campos de por aquí: una porción para cada hermano tocó. Mi padre quería, como el padre del cautivo y como dice el dicho: "Quien quisiere valer y ser rico, siga o la Iglesia, o navegue, ejercitando el arte de la mercancía, o entre a servir a los reyes en sus casas", que cada uno elija uno de esos destinos. Cada uno de nosotros eligió uno de esos.

Nuestra gran tradición familiar, es la de tejer. Tejemos lo que sea, en muy poco tiempo: posapavas, escarpines, alfombras, mantas, pulloveres, bufandas, cubretelevisor, o lo que fuere necesario. Lo llevamos ya en la sangre, supongo. Me parece que cuando una familia insiste mucho en algo, queda grabada en el ADN la "habilidad". Mentira, no me parece: pero en nuestra familia se da en que todos tejemos a la perfección y tenemos muy mucha habilidad. Por ejemplo, si ando con tránsito lento y voy al baño, por ahí me tejo un pullover, o unos guantes, depende lo que me surja en el momento.

Retomo el relato: mi padre nos regaló parcelas enormes a cada uno de nosotros. Él se quedó igual con un pedazo para seguir con su vida; "me quedan treinta centrímetros de vida ya a mi" decía, e insistía agarrarse una parecela de treinta por treinta, para quedar parado y nada más. Siempre fue de pensar así las cosas. Lo convencimos que le quedaban treinta metros, entonces al menos pudo vivir.

El día de la subdivisión, mi padre decidió hacer un asado de despedida. Siempre me dieron "cosa" los asados a la noche. Siempre le tuve miedo al Peque Malo. El Peque Malo es famoso por estos lares: te mata de un susto: se te cuelga, agarra tu cabeza entre sus manos, te mira, y te hace una cara horrorífica; después te tira al lago. De ahí su maldad: ¡Te tira al lago! ¡Hijo de puta!

Pero ese día comimos hasta que casi me olvidé del Peque. Vimos que mi padre había ordenado su parcela: había amontonado: por un lado paja, por el otro ramas, y por el otro, piedritas y cemento plástico de rápido secado para la construcción.
Con mis hermanos, nos desafiamos hacer cada uno un pullover con esos materiales. Yo elejí el de paja, por practicidad. Un Carlos Tejedor eligió las ramitas. Y el otro, el más orgulloso, el cemento: cómo era de secado rápido y medio de goma, hizo hilos de cemento, con la forma justa para tejer. Mi padre sería el jurado.

¡Ah, qué belleza! Qué BE LLE ZA esos pulloveres. El de ramas era bárbaro, eran ramas verdes. El de mi otro hermano, el de hormigón, estaba bueno también, y lo pintó con unas frambuesas que encontró ahí. El mío, de paja, era medio medio, aunque estaba lindo, veraniego, pero más bien parecía una esterilla. Fui el primero en terminar, luego mi hermano de las ramas, y luego el otro. Mi padre eligió al de hormigón: "fue el que más trabajó", y después "pero los tres están muy lindos". Nos los pusimos, y nos dedicamos a juntar la mesa.

Luego de éste banquete, cada uno se dirigió a su casa. "Tengan cuidado: que el Malo no les agarre de la cabeza", dijo mi padre.
Había mucho viento. De golpe escuchamos el crujir de las ramitas. Siempre creímos en el peque como en el cuco: no sabés cómo es pero sabés que existe, y por las noches. A mí me pasaba como dice Dostoievski en Memorias del subsuelo: "soy lo bastante instruido para no ser supersticioso, pero soy supersticioso". Íbamos los tres por el mismo camino. Lo identificamos: era el malo, que quería comernos. Comernos una forma de decir. Y empezamos a correr. Y notamos que se nos avecinaba. Mi hermano gritó: "¡El Cuco! ¡El Cuco! ¡El Cuco!". Le salió así del miedo que tenía. Pero al malo no le gusta que lo confundan. Entonces aceleró su velocidad. Sabíamos que nos iba a cagar. Cagar una forma de decir. Mi hermano, el de pullover de hormigón, se empezó a quiedar sin fuerzas: el pullover le hacía usar mucha más energía para correr y comenzó a agotarse. No escuchamos más de él al rato. Tal vez lo agarró, tal vez no. Pero enseguida volvimos a sentir los pasos. Mi hermano tejedor, el de las ramas, le pasó algo peor: las ramas estaban trenzadas tan fuerte que empezaron a soltarse con muchísima presión y darle latigazos, lo cual hizo que se le desgarre parte de la piel y empieze a sangrar. Tuvo que frenar la corrida. Me dijo que siga, que se iba a arreglar. No escuché más de él, y al rato escuché otra vez el ruido del malo, y cada vez con mayor volumen.
Pasó algo extraño: en esa situación límite, saqué energías de no sé dónde y pude aumentar mi velocidad, esquivando en plena velocidad los árboles y estando cada vez más próximo a mi casa. TOdo ésto cuando, casi sin creerlo, por el raspor de las pajas, saqué una chispa. Por la fricción. Y otra, y otra, hasta que me prendí fuego, justo cuando el malo me alcanzó, y metomó de la cabeza. Y sorpresivamente el fuego le quemó las manos. El Peque Malo gritó como nunca había escuchado gritar a nadie, inclusive un sonido tan fuerte, hizo que se me acelere el corazón, de lo largo y continuado. Llegué a darme cuenta que me soltó y que comenzó a alejarse, cuando, antes de salir disparado me dijo: AHhhhh CONCHA SECAAA..!!. No sé por qué me dijo eso. Pero salió corriendo agitando sus manos y golpeándolas en la cabeza.
Yo estaba prendido fuego y comenzaba a tener calor, por lo cuál me dí un chapuzón rápido en el lago, y me metí adentro.

Desde ese día salí muy poco de casa.
Y desde ahí tengo miedo.
Cuando salgo, llevo un pullover de paja reforzado, y un encendedor.
Tengo miedo a volver a encontrarme con el Peque Malo. Pero más miedo tengo de ver flotando en el lago el pullover de ramas. O cuando pesco, traer de sorpresa uno de hormigón.
No me interesa ser rico tampoco, aunque me hubiera gustado poder navegar, como le había dicho a mi padre.

jueves, 3 de enero de 2008

Vi toallas

"Vi toallas. Colgadas, secas. No eran toallas, eran pañuelos. Me los confundo porque cumplen funciones similares: quitar sustancias del cuerpo. Tampoco es que me los confundí con papel higiénico"

Hola amigo, qué tal amiga.
El autor de este espacio ha decidido incluir en bastardilia (las de más arriba) una breve introducción para (ejem)introducirse en un tema que usted no debe haber pensado aún: la virgen de los pañuelos. Aquí va:

Sierra de los padres. Partido Gral Pueyrredón. Verano de 2 0 0 _ . Apenas llovizna.

Con mucho ímpetu turístico familiar, nos decidimos ir a recorrer Sierra de los padres. Ya no recuerdo la razón inicial. No creo que haya sido la virgen de los pañuelos: nadie cree ni en X en nuestra adorable familia. En ese momento mi hermana menor sí creía e iba a misa siempre que podía, pero su fuerza en las decisiones familiares era prácticamente nula. Después ella terminaría como ya sabemos.
Resulta que en éste lugar hay, como su nombre lo indica, sierras. Y una de ellas, de los pañuelos. En alusióm a la virgen de los pañuelos. Me olvidé la historia detallada del por qué de éste nombre, pero la cuestión es que se apareció la virgen sus varias veces, hizo algunos milagros ponele, y ya está. Algo así era, no me acuerdo exacto. La cuestión es que por alguna razón identitaria que hay que tener, los pañuelos ocupan un lugar central en ese relato que no recuerdo nítidamente, y el cristiano deja su pañuelo made in china colgado de una soga que hay como si fuera la de tender la ropa, atado, junto con un deseo equis. (Cuando digo Cristiano me de la sensación de tener un error: si es Cristiano, debería aludir a un tal Cristio o Cristian; de ser Cristo seguro, debería ser Cristano. Qué te parece cholito).
Al pie del cerro, que es mucho más tradicional que decir de la sierra, hay puestos. No de choripanes, sino más bien de cosas místicas. Lo decía guardiola: la inmensidad de la montaña hace que el hombre se vea pequeñito y sea más creyente. Qué se yo si es eso o qué, pero me gustaba lo que decía Guardiola. Vendían piedras de la suerte, rosarios, té, y, casualmente: pañuelos. Una vieja. Una arrugada pero creible vieja. No está mal: a quién se le ocurre ir con pañuelo en verano, o sino, si es en invierno, dejar un pañuelo usado, o descartable. Descartable no conviene nunca, porque mirá si se te vuelve en tu contra y se te cae una piedra de la montaña o algo así, no sé, pinchás, o peor: el deseo también es decartable y te dura un ratito.
Entonces la vieja piola te vende pañuelos. De distintas calidades, desde baratitos y feones a algunos un poquito mejor. Cuanto más deseas, mejor pañuelo te conviente comprar supongo, para forzar un poco más la suerte.
Todo ésto, no tendría sentido que lo mencione sin figurar al personaje principal: el nieto, el criado, el empleado, o lo que sea de la vieja: un niño que hace la otra parte del trabajo. ¿Qué hace?. Una vez que la gente deseó, se emocionó, lo vivió, etcétera, y colgó su panuelillo, una vez que la montaña está vácia de intrusos, vuelve a recoger los pañuelos vendidos, que serán revendidos al otro día, por esa vieja que tanto le creíste. Pero es el negocio. A veces los pañuelos, de tanto uso, ya no pueden volver a ser vendidos, sino que el nieto directamente los deja colgados.
Entonces sucede una serie de preguntas similares, hechas en el tono en el que Borges hablaba sobre el Rhin. Deben ser leídas, debido a una especie de homenaje que hace el lector, evocando la cabeza de Borges junto con su voz:
¿Cumplirá la virgen con los deseos que la gente dejó, una vez que el chiquillo retiró los pañuelos? ; ¿los deseos quedan registrados en los pañuelos? ¿Se suman los deseos, es decir, una vez que es colgado nuevamente al otro día, los deseos (el de éste que lo cuelga y el de los anteriores), se cumplirán si es que el pañuelo quedara ya por invendible?; ¿cuál es el tope de deseos que un pañuelo puede albergar? ¿se da por agotamiento, por cantidad, o por calidad de deseo que cumple?. La soga que está para colgar los pañuelos: ¿la habrá puesto El Señor?; ¿o la virgen tal vez colgara su ropa?

Esto es todo. Espero que no te disgustes con la vieja y la salgas a matar. De todas maneras, así es el negocio. Si no me crees o querés más pistas, o no sé, leete a Leo Moledo que, si bien describe otra situación que nada que ver, explica ésto que pasa mucho mejor que yo, claro está.
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/index-2006-12-13.html

Sí, eso es todo. Salvo ésto: pido perdón a Borges, por simular torpemente su estilo. Y a Leo Moledo, por incluir su nota sin previa pregunta, pero se debe a que no lo conozco.