lunes, 25 de febrero de 2008

Reminscencias bahiablanquenses

Apartándonos de la ficción pero no por mucho tiempo, vamos a hablar de mis últimas incursiones bahiablanquenses.
Lindo día, nubladito, siete de la tarde, decidí ir a la ferretería a comprar una tachuelas para ponerle a una mesa que me voy a llevar, sobre una cinta que va por debajo, para que no se despegue. Mucho calor pero estaba lindo para caminar lento. Cuando estoy a tres cuadras de la ferretería, empieza a llover poquito. Un poquito más. Y para cuando entré a la ferretería, ya estaba hecho un trapo de piso. La lluvia se había soltado enfermizamente, la gente corría como si viniera el apocalipsis.
"Tachuelas". "Sí, éstas están bien". "¿Ah, la cajita completa?". "¿4 pesos la caja?" "Sí, sí, una caja".
Luego de pagar, me paré en la puerta y el torrente continuaba, desaforado pero sin tormenta eléctrica. (La puerta de dos hojas estaba abierta, con una vieja que nada tenía de ferretería sino todo de resguardo). Me paré decidido a esperar que pare un poco. Como mucho esperé cinco segundos, cuando vino el ma' sí. Ma'sí, le metemo igual.
Y salí. Obviamente las calles bahienses no aguantaron y se inundaron mucho, lo suficiente como para tener que ser campeón de salto en largo como para saltar los charcos. Todo en 5 minutos. Así que me mojé bastante, y hacía ruidito cuando caminaba. CHac.
En una o dos cuadras más, me escurría la remera cuál trapo de piso en balde. Se me vino a la cabeza "lavarropas". La gente corría sin razón, ya que si ya estás empapado llega un punto que no te empapás más, así que no había por qué apurarse.
Caminé un toque más, y se apagó la lluvia.
A una cuadra de mi casa, un viejo me entrega un folleto. "¿Conocés "Una luz en el Camino"?" "Ehh, sí"
(Una luz en el camino es un programa bahiense que lo dan en la radio bahiense lu2 desde que al menos tengo uso del oído y es de un cura que da consejos a las madres. Era mi programa a la hora de almorzar. SIempre empieza "hola amigo, qué tal amiga", que fue robado si es que no lo borré más atriqui en otro post. Me preguntaba cuando lo escuchaba qué inútil lo escucharía sin darme cuenta que ese inútil era yo).
Me dice: "bueno, ahora estamos a las siete de la mañana. El mundo esta por terminar, ya falta muy poco y nos vamos todos, por eso debemos obrar bien porque todo se divide en dos, maldad y bondad, algunos se salvan." "¿Quiénes?" "Los que obren bien. Todas las profecías bíblicas se cumplieron" " ¿Cuáles se cumplieron? "Y, casi todas. Jesús vino y con un dedo escribió el destino" ME acordé de Rolón, que a Dolina en éste caso le hubiera preguntado: "¿Con qué dedo?" "Éste". ME dí cuenta que el viejo decía cualquiera y que además ni siquiera me interesaba saber en ese momento qué dicen o cómo se contradicen los que creen. Estaba mojado, volvía el calor y me quería ir. Y el viejo se dió cuenta que no tenía mucho más para decir y que yo no le hablaba y me dijo: "Bueno, me voy. Espero que nos escuches. Me gusta que sabés mucho. Yo soy Florindo, ¿cómo es tu nombre?" "Rodrigo".

Aún no sé qué es lo mucho que yo sé, si casi ni le hablé, pero el viejo me lo dijo convencido.
Vuelvo a mi casa, pongo las tachuelas, y mañana salgo para Capital. Por momentos hubiera preferido ser un religioso normalito para descansar aunque sea algún rato, pero no. Y no sé por qué más o menos hace medio año como que hasta le tomé bronca a la religión, no sé qué onda me pasa. Se puede hasta notar ésto en éste blog.

ME quedo con la frase de Luis Sagasti. "Yo creo en Led Zeppelin".

domingo, 17 de febrero de 2008

Qué conchaza tenía la vieja. Alberto Laiseca

Vamos a airear éste blog, publicando algo de Laiseca. Un tango pornográfico, que está dentro de las páginas de Los Sorias, un libraco. Para mí remite a un tango pero no sé cuál, o en todo caso Laiseca lo compuso medio musicalmente al escribirlo, recomiendo leerlo y buscarle un ritmo tanguero, que lo recontra tiene. Aquí el tanguito:

Qué conchaza tenía la vieja, de Alberto Laiseca

Qué conchaza tenía la vieja
Todas las noches en ella guardaba el piano,
Luego de haberlo plumereado
y envuelto en celofán.

Viejo puto,
Todas las hechicerías quedaron sin venganza.
Viejo puto,
Las viejitas yeguazas con sus yeguarizadas.
Viejo puto,
Como pululan los Sorias en su progresión.

La sumatoria infinita de la concha tendiendo a cero
La verga desmesurada como integral indefinida y las constantes variables

¿Dónde está?
¿Dónde está?
¿Dónde está la teta calculada con el auxilio de pi?
Tres catorce quince diez y nueve veintiseis cinco treinta y cinco
¡Tclang! Como los guitarristas, de Gardel.

Propone inmediatamente una versión para los turistas de Soria:

"Qué concavidad imposible tenía la débil anciana, todas las noches
en ella guardaba el instrumento musical que se pega con los dedos"

viernes, 15 de febrero de 2008

Batido

Te acordás

esos días

en casa.

Yo tocaba el piano

la canción de Titánic, el primer cachito

a vos te gustaba.

y no sé en qué pensabas

mientras brindabamos con nuestras copas

(terma + minerva + hielo + batido)

hasta altas horas de la noche

hasta que te cansabas

y yo te llamaba un taxi

y te acompañaba hasta la puerta.

domingo, 3 de febrero de 2008

Mi encuentro con el papa, parte dos: "Cuando el papa baila la gente se desnuda"


El armado de la fiesta, el escenario, las banquetas, los controladores de agua, los cocineros; cinco días se tardó para conseguir todo. Y un día más de armado. Guirnaldas por la basílica, luces de colores, pruebas de sonido, pista de baile para el papa. Y los canastos para ropa. Diez minutos después de terminar de armar todo, el papa pudo pegarse una ducha, porque estaba bastante cansado, tenían un problema con el tema de la electricidad y había chivado bastante. Finalmente empezaron a llegar los colectivos que venían directo del aeropuerto de Madrid, con los invitados. De recepción se podía tomar una copita de vino o gaseosa. Y comer algún queso. La música estaba en el punto justo, ya que se podía charlar y disfrutar tranquilamente. Una vez que entraron todos, los 400.000, pocos más pocos menos, la música se paró. Una luz recorrió todo el público, para luego apagarse y dejar todo a oscuras. Y aquí una de las sorpresas. Se escuchó en un volumen fuerte la mejor música con la que arrancar una fiesta. Roger Glover, empezó con los primeros graves de “Smoke on the water”. La gente que era un poco estúpida mucho no lo escuchó porque seguía la música cantando. Estaba eufórica. Yo me pregunté si realmente eran pelotudos, porque en todo caso cantá la parte cantada en un recital, pero no los instrumentos. No te vengo a escuchar a vos, ¿te das cuenta?. Pero bueno, después siguieron con grandes temas como Child in time, Strange kind of woman, Lazy, Black Night, y alguno más que me olvido. Cuando se retiró la banda se prendieron algunas luces y repartieron choripanes. Estaban justos. Fue una buena idea de Pío. Luego de dos horas de fiesta intensa, buena música, buena comida, buena bebida, se vino la segunda sorpresa. Los canastos de ropa se ubicaron en los carriles destinados. Eran gigantes. Otra vez las luces se apagaron. Los canastos eran por los que llevaban buena pilcha, o no la querían perder. Luz con seguidor, proyección en paneles. Era el papa, en SU pista, de espaldas, con los brazos en alto, formando como una letra v gigante. Pero lo mejor vino con la música. Dancing Queen, de Abba, a todo volumen. Una media vuelta del papa y comenzó a bailar. Se movía muy bien. Es de coreografía, pero se movía bien. Se proyectaba el video, editado en el momento, a diez cámaras.

/iu can dans/

/iu can yaiv/

/javing de taim of ior laif/

/sí dat guerl/

/uoch dat sin/

/dig in de dancing cuin/

/uuuuuúhhhuuuúuuúu/

Con semejante música, el gran fenómeno. En la parte del /uuuuuúhhhuuuúuuúu/, ahí, la gente, y sobre todo con el comienzo de las chicas, comenzaron a desnudarse. Todo el público en general luego. Es que cuando el papa baila la gente se desnuda. Un hitazo. Algunos y algunas guardaban su ropa en los canastos que eran como trenes y luego la fueron a buscar. Otros se quedaron desnudos directamente. Algunas chicas le tiraban al papa sus ropas, y otros la usaban para revolearla al compás de la música. Pasaron dos veces Dancing Queen, porque era la única que el papa sabía bailar, aunque las dos se disfrutaron mucho. Luego de tanta euforia la cosa se disipó un poco y algunos empezaron a trasladarse para el Tiber, ya no había luces disco, sino amarillas y potentes. Y llegó la tercer sorpresa. Una sorpresa cada una hora y quince minutos. La catapulta “de la que te hablé”. El papa dio inicio con su micrófono. En ese momento estaba la gran mayoría en el Tiber, jugando con pelotas y bañandose. Había iluminación, claro. Y el agua estaba bárbara. Tal como quería Pío. Pero las luces del agua se apagaron otra vez. Todas las luces se apagaron, lo cual hizo que se pegaran un buen susto, por eso se quedaron quietos. Es como si se te corta la luz en un natatorio. El miedo a que aparezca un tiburón lo tenés. Y el agua está negra, porque solo toma color con la luz.

De pronto, una luz apunta a la catapulta. La mayoría lo veía en los proyectores en paneles. Luego una grúa con pinzas, (esto estaba armado desde antes), levantó la cúpula de la basílica para depositarla en la ya nombrada tantas veces, catapulta. El papa contó hasta seis. Contó hasta seis, el tiempo exacto en que iba a volar. Y voló al carajo, junto con La Creación, y demás aledaños. Muchísimos aplausos y gritos, hasta que se hizo un puntito y quedó orbitando. Fuegos artificiales, de todos los colores. Y globos con Helio, todos amarillos.